Monday, April 20, 2009

Manuel Murillo Toro: La libertad de información y de expresión



Por: María del Carmen Moreno Vélez

Ponencia presentada en el
III Encuentro Internacional de Investigadores de la
Red Latinoamericana de Cooperación Universitaria.
Ibagué. Octubre 5 del 2006


“Los principales genitores de esta joven nación
fueron Bolívar, Santander y Murillo.
Bolívar el fundador de la Patria,
Santander de la República y
Murillo de la Libertad Política“
(Quijano Wallis)

Resumen
El trabajo recoge los resultados de una búsqueda bibliográfica acerca de la vida de Manuel Murillo Toro, (1816 - 1880) y sus aportes a la construcción de las libertades de información y de expresión, es decir, la libertad de prensa en relación con la construcción política de la República de Colombia, a través de escritos elababorados entre 1839 y 1878, publicados fundamentalmente en la prensa. Para realizar este trabajo, acudimos a diferentes tratadistas del Siglo XX que estudian elementos de la historia política de Colombia. Palabras claves: Libertad, información, expresión, prensa, confrontaciones, debates.
Resumo
O trabalho recolhe os resultados de uma pesquisa bibliográfica sobre a vida de Manuel Murillo Toro, (1816 - 1880) e suas contribuições à construção das liberdades da informação e da expressão, que deve dizer, a liberdade da imprensa com relação à construção política da república da Colômbia, com as escritas elaboradas entre 1839 e 1878, publicadas na imprensa. A fim desenvolver este trabalho, nós fomos aos tratadistas que escreveram no século XX elementos desse estudo do história política da Colômbia.
Palavras chaves: Liberdade, informação, expressão, imprensa, confrontations, debates.
Abstract

The work gathers the results of a bibliographical search about the life of Manuel Murillo Toro, (1816 - 1880) and its contributions to the construction of the liberties of information and expression, that is to say, the freedom of press in relation to the political construction of the Republic of Colombia, through writings between 1839 and 1878, published fundamentally in the press. In order to make this work, we went to different historians from Century XX that study elements of the political history of Colombia.

Key words: Freedom, information, expression, press, confrontations, debates.

Presentación

En esta ocasión pretendo rendir homenaje a la destacada figura colombiana, de talante universal, de origen tolimense: El Doctor Manuel Murillo Toro, personaje muy comprometido, desde su desempeño social y cotidiano, desde la administración de los bienes públicos, desde los ejercicios políticos en los que se involucró constantemente con los temas inherentes a la libertad política, a la conformación de la República, al cimiento de la ciencia, entre otros, tales como son: la formación de los ciudadanos, el fortalecimiento de la civilidad, la consolidación de la prensa, la constitución del libre examen. Siempre expresó sus preocupaciones y, en consecuencia trabajó por garantizar la información indispensable para la formación de los ciudadanos dignos y para la construcción de la opinión pública ilustrada, entre muchos otros objetos de sus preocupaciones políticas.

Académicos muy destacados, varios periodistas interesados en los orígenes de su oficio en Colombia y algunos políticos y politólogos han estudiado la vida y los aportes que Manuel Murillo Toro ha hecho a la construcción de las libertades políticas. Destaco el trabajo de Luis Eduardo Nieto Caballero, publicado en 1916, para conmemorar el centenario del natalicio del gran pensador colombiano. Su título es "Murillo, Escritor".
[1] Por las lecturas que he hecho de otros autores que escriben sobre el personaje, puedo inferir que todos los escritores consultados han acudido al libro de Nieto Caballero para nutrirse de la información y de los análisis que allí se destacan.

Sin embargo los resultados de estos trabajos, y los mismos escritos del Doctor Murillo Toro no se han divulgado suficientemente en Colombia y, en el Tolima, de manera particular, le debemos aún el reconocimiento que nos ayudaría a ser mejores ciudadanos y a diseñar caminos hacia futuros más civilistas, ganándole confrontaciones a estos tiempos de violencia, mediante las propuestas, utópicas si se quiere, que nos concedan el uso de la palabra como instrumento para adelantar los debates tendientes a reconocer y resolver nuestros conflictos por las vías de las razones. Si estudiamos su legado y aprendemos las lecciones, podemos asumir tareas que nos permitan expresarnos en escenarios adecuados para la concertación. Todos los universitarios, los tolimenses, los colombianos deberíamos tener noción de la importancia de esta figura y deberíamos saber sustentar por qué es digna de reconocimiento cuando se habla de la construcción de las libertades de información, de expresión y de prensa en Colombia. La conducta de Manuel Murillo Toro debe constituirse en ejemplo a seguir por parte de los ciudadanos libres interesados en el aprendizaje, la observación, la investigación, el análisis, el conocimiento…

A manera de anécdota registro que desde mis visitas infantiles a Bogotá supe de la existencia de un enorme edificio muy bello, situado en pleno corazón del centro capitalino, identificado como el "Edificio Manuel Murillo Toro" y destinado a gestiones administrativas relacionadas con los correos nacionales y con las comunicaciones. Hoy funcionan allí varias oficinas del Ministerio de Comunicaciones. En Ibagué existe una plaza y hay un estadio que también se identifican con el nombre del ilustre chaparraluno, pero no hay placas con descripciones conmemorativas que nos cuenten de la importancia del personaje. He preguntado a muchos estudiantes sobre el significado de estos homenajes, he indagado qué saben sobre Murillo Toro y dan respuestas similares a las que desde mi infancia daba sobre el edificio bogotano. Identificamos los lugares físicos, pero ignoramos el valor humano, político, civil que representan… Tenemos el deber de informarnos acerca de las realizaciones políticas y civilistas del Hombre que honramos en esas edificaciones.

Uno de los aspectos más sorprendentes en este constructor de civilidad del Siglo XIX, está relacionado con su compromiso con la atención a la necesidad de la información de buena calidad para todos los ciudadanos, elemento que reconocía como esencial para la libertad de expresión. En ello se comprometió a través de la palabra escrita y de la implementación de mecanismos técnicos y tecnológicos útiles para lograr los fines relacionados con las libertades de los ciudadanos. A Murillo Toro le debemos la introducción del telégrafo, del ferrocarril, el ordenamiento de los mapas geográficos de mediados del Siglo XIX, entre muchas otras realizaciones que citaremos más adelante.

Organización del texto y delimitación temática:

Para la realización de la tarea propuesta, presento algunos elementos generales relacionados con la vida de Murillo Toro, que nos ayudan a comprender el contexto de su desempeño y, por ende, la importancia de su obra. Así organizo el trabajo bajo los siguientes títulos:

Participación en organizaciones culturales
Participación en confrontaciones bélicas
Su militancia política
Sus aportes a la construcción de las libertades de información, expresión y prensa

Es pertinente informar que en estas páginas hago énfasis en el último ítem señalado, pues la magnitud de la presencia de Murillo Toro en la vida política de Colombia y de América es de tal trascendencia, que debemos reconocer las inmensas limitaciones personales para abarcar todos los temas desarrollados por este pensador y su importancia política para la vida democrática.

Una vez delimitado este campo, advierto que solamente pretendo un acercamiento a la valoración de sus aportes al periodismo, pues su incesante y tenaz labor en pro de las libertades políticas de los colombianos y de los americanos, hacen tan prolífica sus intervenciones y realizaciones, que me resulta imposible dar a comprender con decoro toda su importancia. Con esta salvedad, invito a lectores y escuchas a examinar este discurso y a estudiar en otras fuentes la vida y obra del padre de las libertades políticas en Colombia.


1. Participación en organizaciones culturales

En los tiempos en que Murillo Toro se desempeñaba en la vida pública, se consolidaban élites intelectuales capaces de escribir, crear, debatir, opinar, generar espacios para la libre expresión y el desempeño cultural. A mediados del Siglo XIX, entre guerras, comercios, disputas políticas y propuestas constitucionales, los intelectuales se las ingeniaban para promover proyectos culturales, buscar salidas a las crisis políticas y económicas y construir escenarios para la mutua inteligibilidad en torno a los consensos básicos.
[2] (Gordillo, 2003: 19-20). Se trataba de trabajadores de las artes y de las ciencias, multifacéticos que se preocupaban por la historia, la gramática, la filología, el estudio de las costumbres y de la política, la geografía y la industria editorial. Así, a Murillo Toro se le asocia a las Tertulias como la de “El Mosaico”, sobresaliente por su longevidad, (duró 14 años) y por ser la primera asociación que puede enmarcarse en el conjunto de las modernas agrupaciones literarias, que llegaría a constituirse en ejemplo de civilidad y tolerancia en un País aquejado por las animosidades partidistas y las constantes confrontaciones armadas ya sea por las guerras civiles del Siglo XIX o por los conflictos sociales que aún vivimos los colombianos.

La Tertulia “El Mosaico” se consideraba bipartidista. Para ilustrar este aspecto, señalamos el brindis de Ricardo Carrasquilla en honor al Presidente radical:

"Mi brindis es muy sencillo:
aunque algunos somos godos,
brindamos alegres todos
por nuestro amigo Murillo"
[3] (Gordillo, 2003: 27)

Es de resaltar que en la Tertulia “El Mosaico” se daban cita hombres y mujeres de la talla de Soledad Acosta de Samper, Felipe Pérez, Santiago Pérez, Salvador Camaho Roldán, Próspero Pereira Gamba, Aníbal Galindo, José María Vergara y Vergara, José Manuel Marroquín, José David Guarín, José Joaquín Borda y Ricardo Carrasquilla.

Los procesos revolucionarios de la Independencia, manifiestos también en el planteamiento radical que reclama la construcción y la defensa de la soberanía de la nación, contribuyeron a marcar el advenimiento de la modernidad política de Hispanoamérica.
[4] (Guerra, 1992: 21). Estos procesos permiten la construcción de Estado y la construcción de la nacionalidad y animan a pensar en la posibilidad de la soberanía de las naciones y de los pueblos. Por lo tanto, también admiten debates alrededor de la autonomía de los estados y de los ciudadanos.

El 20 de julio de 1856 fue fundado el Liceo Granadino, con el propósito de reunir a las personas notables, independientemente de su procedencia política partidista, para ocuparse de trabajos literarios. El 15 de febrero de 1857 acordaron fundar la Academia Nacional del Liceo que fue inaugurada el 19 del mismo mes. En estos proyectos y realizaciones estaban José Joaquín Ortiz, Lázaro María Pérez, Manuel Pombo, Manuel Ancìzar, Justo Arosemena, José Caicedo Rojas, Agustín Codazzi, Ignacio Gutiérrez, Lorenzo María Lleras, Pedro Fernández Madrid, Manuel Murillo Toro, Lino de Pombo, José Manuel Restrepo y Antonio Vargas Reyes.

"Un dato indicativo de la actividad política e intelectual es el número de imprentas y periódicos que había (en Colombia) en 1874. Según los Anales de la Universidad Nacional, había en el país 41 imprentas y 60 periódicos. Sólo en Cundinamarca -y la mayor parte en Bogotá- había 12 imprentas y 23 periódicos".
[5] (Jaramillo, 1989: 245).


2. Participación en confrontaciones bélicas

Pacifista por convicción, no fue la milicia su vocación. Sin embargo las circunstancias políticas en las que se desempeñó, le impusieron algunas tareas relacionadas con las faenas propias de las confrontaciones armadas. Así, como liberal, Murillo Toro fue partícipe de las guerras civiles, particularmente de la Guerra de Los Supremos (1839-1842), en calidad de Secretario del Coronel Vezga, Supremo de Mariquita.
[6] (Pardo, 2005: 231).

Alfredo Bateman señala que:

"No obstante las opiniones contrarias a la guerra profesadas por dos personas a quienes siempre respetó, su padre (don Joaquín Murillo) y Santander, Murillo se dejó arrastrar a la acción bélica por el coronel José María Vezga, de quien era muy amigo, y a cuyo lado estuvo hasta cuando se decidió en Honda la retirada a Antioquia. Murillo era partidario de hacerlo hacia la Costa, a donde él se dirigió. Sus predicciones se cumplieron, pues Vezga fue vencido y pasado por las armas, en compañía de algunos de sus compañeros.

Llegado a la Costa se incorporó a las fuerzas de Francisco Carmona, y cuando la situación de éstas era precaria, el señor Roberto Stewart, ministro de Inglaterra, les hizo presente que el General Herrán, que comandaba las fuerzas del gobierno que los combatía, estaba muy bien animado por lo que les aconsejó aprovecharan tal oportunidad para someterse ya que la opinión pública del país les era adversa.

El jefe supremo del Atlántico, entonces en Santa Marta, envió al cuartel general de Herrán, situado cerca de Ocaña, una comisión compuesta de Murillo Toro, el presbítero Emeterio Ospina, Pablo Villar, Pablo Alcázar y Manuel Abello, quienes convinieron con Herrán los términos de la capitulación, que fue improbada por Mosquera.

No obstante el indulto concedido por Herrán, Murillo a su regreso a la Costa fue puesto preso en Cartagena y quizá su suerte hubiera sido el patíbulo, a no haber mediado la enérgica intervención de Stewart, que logró su libertad, y por quien, así como por Herrán, conservó toda su vida profunda estimación y sincera gratitud.

Años más tarde, cuando hacía propaganda pacifista, se le reprochaba como una inconsecuencia, su participación en la guerra de 1840, a lo cual contestaba jocosamente:

"Esta fue una de esas enfermedades que generalmente sufre la juventud irreflexiva"
[7] (Bateman, 1978:15-16)

En 1854, con ocasión del Golpe Militar del General José María Melo, sobre el General José María Obando, mientras se reorganizaba la toma constitucional del Poder Central, desde Ibagué, varios gobernadores de las provincias del Norte llamaron a Mosquera ofreciéndole el mando militar y pidiéndole que llegara con algún armamento. La comisión que tal llamamiento hizo, estaba integrada por Manuel Murillo Toro, Medardo Rivas y Ricardo de la Parra. Mosquera, luego de asumir el mando, envió a Murillo Toro a las provincias del Norte para levantar el entusiasmo por la Constitución... Cuando los “Republicanos de la Unión” (gólgotas y conservadores contra Melo) emprendieron la Marcha sobre Bogotá, Murillo Toro participó en el combate del 4 de diciembre, bajo las órdenes de Salvador Camacho Roldán y con la compañía de personajes como Manuel María Mallarino, Mariano Ospina, Eustrogio Salgar, Rafael Núñez y Aquileo Parra.
[8] (Bateman, 1978: 47 a 49).

Pardo, en su libro “La historia de las Guerras”, hace al menos 15 referencias a Murillo Toro, especialmente entre las páginas 230 a 382, es decir, donde narra desde a “La Guerra de los Supremos”, en 1839 hasta la relación sobre la Constitución de 1863. Con referencia a la Toma de Bogotá en 1854 escribe: “La reacción nacional para restablecer las instituciones unió a liberales, radicales y tradicionales y a los conservadores de todo el país. En esta guerra se mezclaron la generación que detentó el poder desde la Independencia con la que dominaría la política durante el resto del Siglo XIX. Todos los ex presidentes vivos participaron en la guerra contra Melo. Márquez, quien era magistrado, participó en la guerra del 4 de diciembre en Bogotá, y Herrán, López y Mosquera comandaron los ejércitos. En funciones secundarias participó la nueva generación. Futuros presidentes y líderes cumplieron distintas actividades, Sanclemente y Murillo Toro, participaron en la toma de Bogotá;…”
[9] (Pardo, 2004: 269-270)

Hay registros que señalan que Murillo Toro escribió en El Tiempo, en la edición número 227 de abril de 1860,
[10] (BATEMAN, 1978: 69) el editorial: "Alea Jacta Est" (La suerte está echada) incitando francamente a la guerra civil. Ese texto se considera cimero en la obra de Murillo Toro y expresa:

“La guerra está declarada: el círculo del gobierno no quiere la paz.

La Cámara de representantes ha negado ayer cuantas combinaciones presentó la minoría liberal para rescatar pacíficamente el derecho al sufragio, que es la garantía del sistema y de las libertades públicas… La ley de elecciones (1859) era un guante arrojado con insolencia, por el partido proscriptor, a la cara de su adversario; pero éste no se inclinó a recogerlo; ¡alzó el grito contra la ley, protestó contra ella, pero la dejó cumplir y esperó!

Esperamos que la nación nos haga justicia. Hemos hecho cuanto ha estado de nuestra parte para asegurar la paz por medio del derecho; hemos discutido hasta la saciedad; hemos pedido humildemente el derecho a la constitución; y todos nuestros esfuerzos han encallado en la obstinación y en las interesadas miras del círculo oficial; y si de ahí van a surgir nuevas y desastrosas luchas porque haya hombres de bríos que no se resignan a una proscripción a que acompaña la burla, demasiado sabe la nación a quién debe exigir responsabilidad. Nuestra tarea como hombres meramente civilizados, por ahora y sobre este punto, está concluida, El debate pasa a otro campo y exige ya una solución que no es de nuestra competencia. ¡Que Dios salve la república! Será el único voto que nos será permitido expresar. ¡ALEA JACTA EST!”
[11]

Eran épocas en las que los liberales exigían reformas en el sistema de elecciones y en el régimen de Hacienda. Aquellas palabras en los escritos de un pacifista como él, llamaron profundamente la atención de quienes le leyeron y alarmaron tanto al gobierno del conservador Mariano Ospina Rodríguez que, de inmediato, hizo algunas concesiones que dejaron satisfecho al doctor Murillo Toro, quien declaró que aceptaba las reformas en atención a que todo es preferible a la guerra civil
[12]. (Arteaga,1999: 239).

En el ejercicio de la presidencia de la República entre 1864 y 1866, según narra Arteaga, la cuestión político-religiosa había asumido características alarmantes y amenazaba con un nuevo conflicto. Algunas señoras le presentaron un memorial en el que le pedían libertad para su fe y su religión. El doctor Murillo les respondió solicitándoles su concurso para que le ayudaran a resolver ese problema, aconsejándoles la calma, para obtener paz y libertad. Les decía:

“Bien pronto ningún derecho estará vulnerado y todos contentos iremos en cordial compañía a los templos a bendecir la Providencia por sus beneficios, sin insultarla llamándola Dios de los Ejércitos”
[13] (Arteaga, 1999: 260)

Con ocasión de un proceso electoral en el que aparecían como candidatos el general Santos Gutiérrez, apodado “El Tuso” y Murillo Toro, ante las inquietudes que manifestaran sus simpatizantes, les tranquilizaba diciéndoles:

“El Tuso y yo somos casi la misma cosa para el partido, aunque tengamos sistemas opuestos para resolver las cuestiones. Él es pronto y guapo, y yo soy flojo por excelencia, convencido hasta la médula de los huesos de la impotencia de la fuerza para fundar nada que sea del dominio de la ciencia”.
[14] (Nieto, 1916: 9)

Siempre apreció más la pluma que las armas.
[15] (Nieto, 1916: 154). Rafael Núñez, citado por Nieto Caballero, dice que: “Con perseverancia y moderación sostuvo la necesidad de abolir para siempre el régimen de la fuerza material y de inaugurar, en cambio, el reinado pacífico de la opinión” [16] (Nieto, 1916: 9)

Durante la legislatura de 1855 Murillo propuso la supresión del Ejército permanente. Para el efecto rindió un informe publicado en La Gaceta Oficial que le concitó la mala voluntad de los militares.

3. Su militancia política

Siendo estudiante de derecho y para contribuir a su sostenimiento en la capital, sacaba en limpio los escritos de personajes como don Vicente Azuero, quien le pagaba a razón de una peseta por pliego de papel sellado. Estos recursos no le alcanzaban y por eso su padre le llamó para Chaparral, lo que significaba abandonar sus estudios en la capital. Ya Murillo tenía fama por ser un joven inteligente, laborioso y con magnífica letra. Estas condiciones le permitieron obtener puestos que le facilitaron la terminación de sus estudios de abogado.

Por entonces, siendo presidente el General Santander, el doctor José Ignacio de Márquez presentó su candidatura a la Presidencia de la República oponiéndose al General Obando respaldado por el mismo Santander. Murillo escribió un artículo contra la candidatura de Márquez, para llamar la atención del Presidente y lo envió, con seudónimo, a "La Bandera Nacional". Como era de esperarse, Santander indagó sobre el autor de tal escrito y por las pesquisas hechas por don Lino de Pombo, Secretario de Relaciones Exteriores y don Vicente Azuero, quien reconoció la letra del manuscrito, identificaron a Murillo Toro. Éste fue examinado por don Lino de Pombo para comprobar la inteligencia del articulista y quedó sorprendido ante su desempeño. A partir de entonces y por orden de Santander, fue vinculado a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
[17] (Bateman, 1978: 13-14)

Manuel Murillo Toro, con los hermanos Miguel y José María Samper y los jóvenes que se consideraban de avanzada a mediados del Siglo XIX, divulgaron y popularizaron en el país la terminología que se había puesto en boga en Europa, particularmente a partir de las revueltas parisinas de 1848. Ellos introdujeron, desde la prensa y las tribunas, los discursos y enseñanzas de Proudhom, Luis Blanc, Fourier quienes hablaban del socialismo. "Se trataba de un socialismo burgués, de marcado sabor filantrópico, que dentro de la concepción romántica de la época, consideraba las doctrinas de Jesús de Nazareth como la panacea de todos los males de la humanidad y precisamente por las frecuentes citas que hacían del Mártir del Gólgota, estos políticos recibieron el apelativo de "gólgotas", nombre que llevaría una de las vertientes que dividieron al partido liberal de la época, en oposición a quienes conformaban la fracción que, por la rigidez de sus concepciones, fue bautizada como "Draconiana"."
[18]. (Ortiz, 2002) Sin embargo, con el desenvolvimiento de la vida política y económica, algunos de los gólgotas se ven precisados a la autocrítica pues introdujeron términos e ideologías, básicamente relacionados con el libre cambio y el proteccionismo de Estado, asuntos que no estaban dispuestos a defender en la vida real que debió afrontar la República. Es preciso ahondar en estos aspectos en otros espacios, pues en este trabajo hacemos énfasis en lo atinente al fortalecimiento de la prensa, la libertad de información e insinuamos la temática del libre examen, congruente con la libertad de conciencia, información y prensa

Murillo Toro siempre estuvo vinculado al liberalismo y se le considera miembro muy destacado del movimiento reconocido como El Olimpo Radical. Cuando se habla de radicales y federalistas de mediados del Siglo XIX, siempre se reconoce su nombre como el de uno de los más estimados exponentes y defensores de las ideas liberales. Así se le encuentra asociado a la imagen de Lincoln cuando liberan los esclavos tanto en Estados Unidos de América, como en los Estados Soberanos de Colombia. Hacia los años de la década de 1850, los radicales impulsaron medidas librecambistas, situaciones que dieron paso a los enfrentamientos entre gólgotas y artesanos quienes defendían medidas proteccionistas a los productos nacionales. Estos últimos se aliaron con los draconianos y apoyaron el Golpe de Estado, Golpe Militar, propiciado, el 17 de abril de 1854, por el General José María Melo, (paisano de Murillo Toro), sobre José María Obando. A Melo lo derrocó el 10 de diciembre de 1854 una coalición bipartidista. Murillo criticó el ejercicio dictatorial del General Melo, pero como pacifista, abogó por él ante el gobierno, cuando fue derrotado.

Observemos algunos detalles: A partir del 1 de Febrero de 1854 Murillo Toro era Presidente de la Cámara, desde donde se opuso a muchas de las medidas propuestas por Obando, relacionadas con la protección aduanera, que beneficiaba a artesanos y comerciantes representados por los draconianos y los miembros de las Sociedades Democráticas. Él consideraba que tales medidas no eran propias de las tesis liberales. Estos planteamientos le significaron antipatías y hasta persecuciones físicas de la organización de los draconianos.

Reacciones ante el 17 de abril
[19]

Desde la noche del 16 de abril muchos miembros y simpatizantes de las Sociedades Democráticas se lanzaron a la calle persiguiendo a conservadores y gólgotas, y como ya había sucedido el 8 de junio de 1853, fueron asaltadas y destrozadas las viviendas de Pastor Ospina, Vicente Herrera y Manuel Murillo Toro, entre otras habitaciones. Se cristalizaba allí otro episodio del uso de la fuerza en la pretensión de la solución de conflictos en nuestra historia y otra de esas extrañas alianzas políticas que constantemente registramos, sin que los resultados de tales alianzas signifiquen la consecución de acuerdos que contribuyan al ejercicio democrático tendiente a cimentar la vida republicana. Murillo, Ospina y Herrera escaparon a las furias populares encabezadas, entre otros, por Camilo Rodríguez y Segismundo Latorre.

Consumado el movimiento, Melo asume el Poder Central. Murillo Toro salió de Bogotá. José de Obaldía, Vicepresidente de la República se refugió en la Legación norteamericana de Bogotá, de donde escapó para reunirse más tarde con quienes comandaban la reacción democrática.

Ibagué fue declarada sede del gobierno anti-Melo. Obaldía, con el respaldo de los gólgotas y conservadores, asume el poder, en calidad de Vicepresidente, desde el 5 de agosto de 1854. En Ibagué se establecieron el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, por lo cual la ciudad se reconoce como capital provisional de la República. En Ibagué, Murillo Toro desempeñó funciones vitales, en diferentes comisiones, para organizar la recuperación del orden constitucional. Entre sus gestiones, propuso “que se indagara sobre la infracción de la Constitución y de las leyes por parte del Presidente Obando y de sus cuatro secretarios, así como sobre los hechos criminales de que pudieran éstos aparecer responsables. Discutida esta moción fue aprobada, después de una reforma consistente en expresar que simplemente se aclarasen los hechos que habían producido la rebelión y la responsabilidad que en ellos pudiese caber a Obando y a sus secretarios Del Real, Barriga, Plata y Pinzón… Aun cuando la generalidad absolvía de todo cargo al Secretario Plata y era unánime la opinión respecto a la inocencia del Secretario Pinzón, Murillo se empeñó en incluirlos dentro de los acusados. Como se dijera que Pinzón sólo había tenido conocimiento del Golpe en la mañana del 17 de abril, después de consumado, al ser preguntado Murillo, que no era hombre apasionado, por su actitud contra el ex­­-secretario de Relaciones, contestó que quería sentar el principio de que los majaderos también eran responsables”
[20] (Bateman, 1978: 48-49)

Al ser desterrado Melo del territorio nacional, Murillo Toro, quien era su paisano, prestó fianza, mediante escritura pública, por la suma de ocho mil pesos, para que cumpliera con el compromiso de abandonar el país por la vía del norte… Olvidando antiguos agravios, Murillo Toro se constituyó en defensor de los vencidos. Se opuso a que los prisioneros militares fueran sometidos a consejos de guerra y trabajó por el indulto general.
[21] (Bateman, 1978.: 48-49). Murillo Toro criticó el ejercicio dictatorial del General Melo y luchó contra él, pero, como pacifista, abogó por él ante el gobierno cuando fue derrotado. En tal sentido tuvo pronunciamientos en artículos sólidos publicados especialmente en “El Tiempo”.

El 6 de marzo de 1855 presentó un proyecto de Constitución Federal elaborado por la comisión en la que participó junto con Mosquera, Núñez, Obando y Camacho Roldán. Allí se discutía sobre la cantidad de Estados Soberanos, la composición del Congreso, la libertad religiosa entre otros temas. Según el proyecto “no habría religión oficial ni el Estado se mezclaría para nada a los actos concernientes a la creencia y culto de los granadinos….cada cual podría contraer matrimonio o disolverlos, de acuerdo con sus creencias…”
[22] (Bateman, 1978: 55) Después de muchas discusiones, fue negado el artículo relacionado con el tema del matrimonio. El proyecto se convirtió en ley el 14 de mayo de 1855.

En 1856 hubo elecciones presidenciales para el nombramiento del mandatario en propiedad, terminando con la interinidad que de dio después del golpe de Estado de Melo y el derrocamiento de este General en diciembre de 1854. En estas elecciones Murillo Toro fue candidato representando a los radicales. Se confrontaba entonces con el doctor Mariano Ospina Rodríguez y el General Tomás Cipriano de Mosquera. Ganó Ospina, quien se había caracterizado por su oposición al Libertador Simón Bolívar.

La propaganda liberal, bajo la orientación de Murillo Toro, enfatizaba en la división y en la incapacidad de los conservadores, como partido y como individuos, para gobernar. Se les identificaba con el apoyo al Rey durante la época de la colonia y se les señalaba que habían violado las libertades públicas durante la Revuelta de los Comuneros en 1781, así como mediante los ataques a Nariño, Galán, Alcantuz, Córdova, Vezga, Vanegas, Sarria, Gómez y otros. "Los liberales deberían repetir una y otra vez que un conservador sincero era simplemente una persona ignorante. El paralelismo entre el conservatismo y la ignorancia debería establecerse en la mente pública"
[23] (Louis, 1995: 64-65)

Los resultados finales del proceso electoral de 1856 les dieron 97.291 votos al doctor Mariano Ospina Rodríguez, 80.171 al doctor Manuel Murillo Toro y 33.038 al General Tomás Cipriano de Mosquera. Murillo salió victorioso en nueve provincias, Ospina en ocho y Mosquera en seis. De los análisis de la composición de los votantes, se deduce que Ospina obtuvo mayorías en las áreas rurales donde residía la fuerza conservadora. Murillo Toro declaró que los conservadores habían ganado por fraude e intimidación, pero estaba alentado con la gran votación obtenida a pesar de los fraudes.
[24] (Louis, 1995)

Con el propósito de observar el talante de su militancia, transcribiremos un texto dirigido a los liberales antioqueños después de la derrota que le propiciara Ospina, y que es citado por Robert Louis Gilomore:

"Me duele profundamente que ustedes hayan atacado la federación. El temor nunca es un buen consejero. Nada significa que los conservadores ahora sean más fuertes allá (en Antioquia) y que puedan ser causa de discordia. Quiera Dios que cometan muchas faltas porque ustedes las explotarán creando así el verdadero partido liberal. El partido liberal está en situación de sembrar para recolectar más tarde. Pueden estar convencidos de que la gente no se educa con escuelas y colegios sino con la práctica de buenas instituciones. El sufragio universal que actualmente utilizan clérigos y oligarcas, abusando de él y con el cual nos ponen en ridículo, pronto será lo que sepulte sus intereses.

Tengan siempre en cuenta que es necesario esperar. Asistimos a una transformación, y aunque el pasado nos ponga grandes obstáculos, es con la utilización de nuestras palancas que finalmente derribaremos su estructura. El autogobierno, el sufragio universal y la libertad absoluta de discusión por la prensa y la comunicación verbal son esos depuradores y nada hay que alguna vez pueda desconocerlos. Por el contrario, es necesario enseñar sus virtudes y establecer su crédito".
[25] (Murillo. 1856. Correspondencia)


Manuel Murillo Toro perteneció al Movimiento que propuso la Reforma Radical de 1870 que, según Camacho Roldán (citado por Jaime Jaramillo Uribe), hacía énfasis en la consecución de la Paz, en la construcción de caminos que facilitaran la comunicación entre los diferentes núcleos de poblaciones y en la creación de escuelas, colegios y universidades. Fue en la educación y en la cultura donde se registraron las mayores realizaciones de la Reforma Radical. "La fe en la educación como la vía más apropiada para conquistar la civilización que entonces se perseguía tan afanosamente, quizá no se tuvo nunca ni se ha vuelto a tener en la historia nacional como en aquel momento. El esfuerzo por crear un sistema de educación pública y por llevar la escuela de las primeras letras a todos los rincones de la República fue sin duda la mayor realización de los gobiernos de la era radical."
[26] (Jaramillo, 1989).


4. Sus aportes a la construcción de las libertades de información, expresión y prensa:

Cultor por vocación de la palabra escrita, no escatimaba esfuerzos en la elaboración de los informes que rendía oportunamente a las instancias gubernamentales, al Congreso y a la opinión pública cuando había lugar para informar. Por ello, su compromiso con las contribuciones a la formación de criterios, a la formación de la opinión pública se expresa en diferentes situaciones como la que recoge Liévano Aguirre en su "Biografía de Rafael Núñez": En 1850, siendo Secretario de Hacienda del gobierno de su copartidario José Hilario López y ante las medidas tomadas por ese presidente radical, que llegaron a la abolición del estanco del tabaco, lo cual incidía negativamente en el erario nacional, "el doctor Murillo Toro no tardó en consignar las consecuencias en su Memoria al Congreso en amargas frases: "La desaparición de esta pingüe y segura renta -decía en ella- deja por supuesto en muy angustiado predicamento nuestro erario nacional; pero sean cuales fueren los apuros y economías a que este paso nos sujete es preciso sostenerlo ya hasta tanto que la experiencia con sus severas lecciones nos haya demostrado la inexactitud de los cálculos de los que con tanto tesón se empeñaron en la abolición, corriendo el peligro de entregar sin contrapeso alguno en manos de algunos pocos capitalistas la más lucrativa especulación del país"
[27] (Liévano Aguirre, 2002:62)

La búsqueda de los escritos de Manuel Murillo Toro se dificulta porque muchos de sus textos no están suscritos con su nombre. Al respecto, Luis Eduardo Nieto Caballero señala que la obra del Paladín fue poco conocida porque fue desdeñoso de la gloria literaria; porque no tuvo el cuidado ni la vanidad de recoger en libros sus principales escritos. Reconoce que el brillo de su labor periodística ha pasado, en calidad de dogma, legada por la generación de Murillo Toro y sus contemporáneos, a las siguientes generaciones. Advierte que los periódicos en los que aparecieron los escritos de Murillo Toro, el hombre de las libertades políticas, ya son curiosidades bibliográficas y que las colecciones de sus textos sólo existen en manos de contados eruditos.
[28] (Nieto, 1916: 6)

Quienes conocen sobre la escritura y analizan los textos de Murillo Toro, advierten que no fue “escritor ático, castizo y cultivador de la forma. En su prosa, -escribe Nieto Caballero- no se nota el cincel”. Así lo reconoció el mismo Murillo, quien en una ocasión le decía al doctor Colunje:

“Vea Colunje: Usted y Ancizar siempre me están haciendo cargos de esta naturaleza, pero es el caso que a él, con toda su ciencia, nadie le ha entendido su tratado sobre psicología, ni a usted le leen sus escritos como a mí, porque yo, que no me preocupo de reglas estorbosas sino de dar claridad a mi pensamiento, he escrito siempre para el pueblo y éste me ha comprendido”
[29]


Murillo Toro, como lo hemos señalado, fue el encargado de presentar el Proyecto de Constitución para la Confederación Colombiana en 1855, recogido por Jorge Mario Eastman, en su compilación titulada “Manuel Murillo Toro, Obras selectas” A la pluma del político se deben aportes que dan cuenta de su postura ante las libertades. Extraemos los siguientes fragmentos:

Capítulo 2º.

De las condiciones a que la Unión sujeta los Estados
que la han de formar


Artículo 4º. Se tendrán como condiciones esenciales de la Unión y de cuya escrupulosa observancia debe cuidar el Poder Federal, las siguientes:

2ª. La de que en el Estado no haya nunca esclavos, ni se autorice por ningún motivo el tráfico de negros o chinos.

3ª. La de que se reconozcan y practiquen como derechos incontrovertibles e inmanentes, de los individuos de la asociación, los siguientes: el de expresar de palabra o por escrito, en cualquier forma, su pensamiento y opinión sobre cualquier materia, sin limitación alguna; el de instruirse y enseñar sobre todo lo que puede alcanzar la inteligencia humana; el de asociarse y reunirse con cualquier objeto, sin más restricción que la de no hacerlo con armas, y la de que, en el caso de verificarlo en la calle o edifico público, estará sujeta la reunión a la vigilancia y prescripciones de las autoridades encargadas de velar en la paz pública; el de mudar de domicilio y el de viajar por todo el territorio de la Confederación y fuera de ella sin necesidad de pasaporte, salvoconducto u otro requisito semejante, y con sujeción únicamente a las autoridades del orden judicial por motivo criminal; el de profesar tanto privada como públicamente la religión que a bien tengan; el de consagrar sus facultades y capital al ramo de la industria que elijan; el de la inviolabilidad de la correspondencia privada, y el de no ser penados sino en virtud de fallo de jurados que nunca serán menos de cinco…

CAPÌTULO 6º.
Disposiciones generales.

Artículo 18. La enumeración de derechos hecha en esta Constitución no menoscaba en nada los demás que deben corresponder al individuo, y debe tenerse por regla de interpretación respecto de esta Constitución, así como respecto de las de los Estados, que el individuo tiene perfecto derecho a hacer todo aquello que no está clara y terminantemente prohibido en las leyes, y que ningún funcionario público puede ejercer autoridad alguna que no le haya sido explícitamente conferida por la ley..”
[30].


Su participación en diferentes periódicos

A Murillo, como a pocos en Colombia, se les debe su lucha por la libertad de prensa. Siempre creyó que el periódico era un factor dinamizador indispensable para el progreso y la libertad.
[31] Se le reconoce como al “Titán” que supo defender en todo terreno y en todo tiempo, a costa de sufrimientos, de injusticias y de persecuciones, las libertades supremas: “Sentire quae velis et decire quae sentias” o sea, “Pensar como se quiera y hablar como se piense”[32]

Se reconocen importantes escritos de Murillo Toro, especialmente desde el notable artículo escrito en "La Bandera Nacional" cuestionando la pertinencia de la candidatura de José Ignacio Márquez, en 1839 cuando Santander estaba en la presidencia.

El Coronel Anselmo Pineda, célebre por su archivo y trabajo documental, en 1843 fue nombrado gobernador del Departamento de Panamá. Informado sobre las dotes de Murillo, lo nombró secretario, empleo en el que el joven abogado se desempeñó por poco tiempo pues, cuando entró en funciones, entendió que tenía que autorizar con su firma actos contrarios a su ideario liberal, por ello con la dignidad propia de su valía como ciudadano, renunció al codiciado cargo. Regresó a Santa Marta y se casó con doña Ana Romay, matrimonio que duró hasta el final de su vida y del cual no quedaron hijos.


La Gaceta Mercantil

En Santa Marta, trabó fuerte amistad con Manuel Abello y su familia, con los Díaz Grandado, los Mier y otras importantes familias samarias y allí fundaron "La Gaceta Mercantil", de la cual se publicaron 64 números, entre el 22 de septiembre de 1847 y el 24 de diciembre de 1848. En ese periódico expresó sus ideas sociales y políticas, caminando un sendero apacible de persuasión hacia la libertad.
[33] (Bateman, 1978: 17-18).

Antonio Cacua, en su Historia del Periodismo Colombiano, expresa que la Gaceta Mercantil, dirigida por el Doctor Manuel Murillo Toro, sirvió para preconizar las ideas liberales. Se destaca por ser el primero en suministrar noticias internacionales frescas. Desde allí se pronuncia por la absoluta libertad de imprenta.
.

El Tiempo

En 1855, al caer el liberalismo y cuando sube el conservador Manuel María Mallarino, Manuel Murillo Toro se unió a otros escritores liberales para fundar el periódico "El Tiempo" en el que escribían, entonces, el mismo Murillo Toro, Salvador Camacho Roldán, Miguel y José María Samper, quienes contribuyeron al desarrollo de los criterios liberales. En su página de presentación se podía leer entre informaciones que dan cuenta de su talante, lo siguiente:

“Todo lo que sea liberal, patriótico, progresista, sin distinción de colores políticos, encontrará fácil acogida en El Tiempo, el cual, queriendo ser tolerante para ser tolerado, no hará exclusiones caprichosas ni odiosas calificaciones”. “Se insertarán remitidos, siempre que no contengan desahogos personales, a precios moderados.”
[34] (CACUA. 1968: 126-127)

Participación en otros medios

Además de sus intervenciones en la Cámara de Representantes, en el Congreso, ante los organismos constitucionales y en las representaciones diplomáticas, (sobre las que no profundizamos en este escrito, ya que como lo enunciamos al principio, nos detendremos en su labor periodística), se sabe que fundó, en Bogotá, periódicos como “El Pasatiempo”, de carácter literario y el “Neo-Granadino” en asocio con Manuel Ancízar. Desde su aparición gozó de gran prestigio y sirvió de respaldo a la Administración reformista de Mosquera, como periódico de oposición. Supo manejar la prensa para provecho del partido liberal


Escribía en “El Constitucionalista”
[35] y en el "Neo-Granadino” fundado en 1848 y dirigido durante su primer año por don Manuel Ancízar, y después de su segundo año, por el doctor Manuel Murillo Toro, en colaboración con don Salvador Camacho. En estos periódicos, Murillo Toro publicaba artículos especialmente sobre temas económicos y fiscales.

En 1874 fue fundado por el doctor Ricardo Becerra, en Barranquilla “El Promotor”, periódico regional destinado a divulgar todo lo relacionado con la Costa Norte. Alcanzó 25 años de labores y contó, entre sus colaboradores, con Rafael Núñez, Manuel Murillo Toro, Anibal Galindo, Antonio María Pradilla, Felipe Pérez, Clímaco Calderón, Agustín Núñez, Joaquín Pablo Posada, Jorge N. Abello y otros importantes escritores. Alcanzó 1.516 ediciones.
[36] (Cacua, 1968: 145)


Algunos tratadistas sobre el periodismo colombiano coinciden en señalar que Manuel Murillo Toro empleaba el lenguaje que saben comprender las multitudes.

Como presidente, luchó por hacer efectiva la libertad de prensa. En tal sentido suele destacarse la anécdota con la que se ilustra el porte intelectual de Murillo Toro:

Durante su primer periodo como Presidente, apareció en Bogotá el periódico "El Independiente" que defendía a Mosquera y era adversario a Murillo Toro. Cuando el mandatario leyó las críticas de su director le dirigió una comunicación que contiene los siguientes términos:

"Remito a usted el valor de la suscripción por un trimestre. Aunque se ha presentado lanza en ristre contra mí, saludo sinceramente su aparición y le deseo larga vida. Sin imprenta que refleje con toda claridad los matices de la opinión, es imposible administrar con mediano acierto. Además, es del más alto interés que cale bien en nuestras costumbres la asistencia de la prensa, tanto como medio de formar el criterio nacional como para realizar el gobierno de la oposición.

"Por esta razón, cuando el gobernante o administrador tiene la calma de leer todo sin preocuparse de lo que afecta a su persona, lastimando su vanidad o su amor propio, los periódicos que lo atacan o censura más fuertemente quizá le sirven mejor que aquellos que lo aprueban o sostienen. Deseo mucho que tengamos al fin un gran movimiento periodístico, que discuta y someta los principios y los hombres al crisol de la crítica severa e implacable, único medio que veo de moralización, y como ustedes se anuncian así, deseo que no desmayen. Por mi parte quiero dar ejemplo de entregar toda mi vida pública, todos mis actos como funcionario público a la censura de mis conciudadanos. No importa que a veces sean injustos y apasionados.

"Y como creo que el hombre público pertenece en todo y por todo a la sociedad, no vacilo en decir que admito también con gusto y por convicción la censura o el examen de la vida privada. Ustedes me harán un gran servicio, ya que me encuentro a la cabeza de la administración, si no sólo no guardan contemplación o miramiento con mis propios actos o conducta, sino también si me ayudan a moralizar el servicio, flagelando en sus columnas a todos los funcionarios que no sean en público y en privado dignos de servir a nuestro incipiente país"
[37] (Arizmendi, 1989: 123)

Ante los conflictos que debió enfrentar con respecto a las Jerarquías eclesiásticas, perseguidas por los mandatos constitucionales de Rionegro 1863, aplicó lo que antes había escrito: "El estado libre, las creencias libres, el culto libre"
[38] (Murillo en Arizmendi. 1989: 122)

"De su obra de gobierno se puede resumir: fundó el Diario Oficial como instrumento básico para divulgar los actos más importantes de la gestión encomendada; introdujo el telégrafo, uno de los pasos más trascendentales para el progreso del país; ordenó la elaboración de los principales mapas de nuestro territorio basándose en los útiles trabajos de la Comisión Corográfica; introdujo al país el árbol eucalipto"
[39] (Arizmendi, 1989: 123)

Fue un periodista sin cobardía, sin miedo de asumir las responsabilidades, sin vacilaciones. Siempre creyó que la prensa se constituía en un factor indispensable para el progreso y la libertad, e hizo de ella su principal tribuna,

Pero además supo manejar la prensa y aprovecharse de ella. “Conocedor de la manía especulativa y nada práctica de nuestros hombres públicos y de su afición a dilucidar cuestiones filosóficas y religiosas poniéndole a las polémicas todo el calor tropical posible, en alguna ocasión cuando necesitaba distraer a los periodistas conservadores, escribió cuatro líneas diciendo que San Pedro no había estado nunca en Roma. Ante semejante afirmación, que desquiciaba todo el edificio de la iglesia católica, no pudieron contenerse los obispos laicos y emprendieron la tarea de refutarlo en largos artículos que llenaban todas las páginas de los periódicos conservadores. Cuando creyó llegado el momento oportuno, de haber logrado su objetivo, escribió otro sencillo artículo en el cual decía que efectivamente lo habían convencido sus adversarios de que San Pedro sí había estado en Roma.”
[40] (Bateman, 1978: 21)

Milton Fuentes señala que Murillo Toro fue generoso en sus campañas periodísticas. Según el autor, sus escritos se caracterizan por su varonía, pero cuando los adversarios contra-argumentaban con causticidad se tornaba un libelista
[41] de garra y en defensa de su ideal, arremetía con decisión.[42] (Fuentes. 1961: 294)

Uno de los textos más difundidos de Murillo Toro es la carta escrita el 15 de octubre de 1853, dirigida a su amigo Miguel Samper. Se le conoce con el título “Dejad hacer”, escrito en el que Murillo hace críticas muy severas al egoísmo preconizado por Juan Bautista Say y sustentado por Samper. El documento ampliamente publicado en diferentes fuentes, merece un estudio especialísimo, pues en él están contenidos los principios económicos y políticos con los que el Estadista hizo sus juiciosas propuestas de política económica. Entre otros medios que han divulgado este documento están: El Periódico “El Sábado”, 2ª. Edición No. 253 del 29 de mayo de 1948, en las páginas 9 y 14. El compilador Fernando Jordán Flórez en su Antología del Pensamiento y Programas del Partido Liberal Colombiano 1820-2000 publicado por la Dirección Nacional del Partido Liberal Colombiano, en Bogotá., en el año 2000, páginas 131 a 142. Otra publicación del texto la hizo la Revista Universidad Cooperativa de Colombia No. 74, en octubre del 2000, en las páginas 121 a 128. Todos ellos reconocen como fuente bibliográfica a “El Neogranadino” Octubre 15 de 1853





Sus compromisos frente al progreso:

Murillo Toro siempre reconoció que los avances del progreso se debían poner al servicio de los gobernados. Así con "su espíritu sereno y su visión progresista",
[43] (Arizmendi, 1989) contribuyó a la construcción de las obras públicas, convencido de que serían útiles para impulsar el desarrollo del país. Deseaba construir una vía que uniera los Océanos Pacífico y Atlántico, para facilitar el transporte entre Buenaventura y Santa Martha. Dio algunos pasos frente a esta obra, pero el proyecto se archivó antes de hacerlo realidad en aquellas épocas. Por esa aspiración, fortaleció la navegación por el Río Magdalena, e inició la construcción del ferrocarril de Buenaventura.

Dotó a Bogotá de iluminación pública de gas.
Estableció las comunicaciones telegráficas entre las más importantes secciones del País.
Se interesó en la intensificación de la industria en Colombia.
Logró la reducción de la deuda pública, convencido como vivía de la necesidad de forjar la independencia nacional.
Su lema al iniciar su primer periodo de gobierno, 1864 - 1866, fue "La paz con libertad y por la libertad", obedecía a la principal preocupación del pueblo que acababa de sufrir lo horrores de guerras civiles y de las administraciones del doctor Mariano Ospina Rodríguez y del General Tomás Cipriano de Mosquera caracterizadas por ser rudas y belicosas.
[44] (Arizmendi, 1989)

Una muestra más de su posición frente a la comunicación, al progreso y a la libertad, está en carta que le dirigiera a Pedro Justo Berrío. La copiamos a continuación, tal como aparece en un documento en el que E. Gómez Barrientos, antioqueño conservador, impugna con fuertes argumentos políticos, religiosos y económicos, la celebración del Centenario del nacimiento de Murillo Toro.
[45] (Gómez Barrientos. 1915: 22)

“M*M


Bogotá, 1º. de Agosto -69

Sr. D. Pedro José (sic) Berrío

Reciba Vd. mi estimado i respetado amigo, mi cordial felicitación por la nueva prueba de confianza que acaban de darle sus paisanos, reeligiéndolo para el periodo constitucional entrante.
Que este nuevo período transcurra en perfecta paz i que los recursos que la paz ha venido acumulando en el que acaba, se consagren exclusivamente a los progresos que ese Estado requiere.

No más fusiles, i algo de camino carretero ya que no de rieles. Por dios (sic) no compre más elementos de guerra, i haga el camino del Magdalena.

Salgamos de los ominosos surcos del pasado guerrero, y entremos en los que viene señalando la civilización cristiana…

Que no haya guerra, i el porvenir es de la gente honrada.

Perdón otra vez, i disponga de su amigo respetuoso y seguro servidor,


M. Murillo”




Murió en Bogotá el 26 de Diciembre de 1880

Conclusiones y Recomendaciones:

Manuel Murillo Toro escribió porque siempre fue un hombre dispuesto al debate. Se le puede considerar como el intelectual dispuesto a la confrontación sobre aquello que observaba como retrógrado

Arturo Quijano recomienda que estudiemos la figura de Manuel Murillo Toro como Administrador de la vida pública.

Además de profundizar en los aportes de Murillo Toro a la labor del Periodismo, es necesario observar cuáles son los aportes del Estadista y, particularmente del Educador y del penalista. Es importante estudiar sobre la vida de este estadista, no solamente para reconocer sus valores y homenajearlo, sino fundamentalmente para aprender a actuar como ciudadanos.

Es importante destacar que en la basta obra referida a Manuel Murillo Toro, no todos los registros favorecen la imagen, el recuerdo histórico que tenemos de este librepensador. Hay también obras que denigran de su moralidad, de su presencia política y de su labor periodística. E. Gómez Barrientos, colaborador de “El Colombiano”, periódico conservador antioqueño, se opuso a que “al Señor Murillo se le tributaran en bloque los honores póstumos del Centenario”. Sebastián Moreno Arango, en su escrito sobre la “Diplomacia Liberal” también presenta acres críticas sobre realizaciones políticas de Murillo Toro, especialmente en lo atinente a las relaciones con Costa Rica.



BIBLIOGRAFÍA Y OTRAS FUENTES



ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá.

ARTEAGA Hernández, Manuel y Jaime Arteaga Carvajal. (1999) Historia Política de Colombia. Editorial Planeta. Santafé de Bogotá.

BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá.

CACUA Prada, Antonio. (1968) Historia del periodismo colombiano. Bogotá. Sin otros datos

EASTAM, Jorge Mario. (1979) Compilación y presentación de MANUEL MURILLO TORO, OBRAS SELECTAS. Colección “Pensadores Políticos Colombianos” Cámara de Representantes. Bogotá, D. E

FUENTES, Milton. (1961) Historia del Partido Liberal Colombiano. Editorial Prag. Bogotá

GOMEZ Barrientos, E. (1915) EN Notas características del Dr. Murillo (Dedicadas a D. Fidel Cano) Medellín, Junio 15 de 1915. Sin otros datos.

GORDILLO Restrepo, Andrés (2003) "El mosaico (1858-1872): nacionalismo, elites y cultura en la segunda mitad del Siglo XIX En: Fronteras de la historia. Revista de historia colonial latinoamericana. Volumen 8/2003.

GUERRA, François-Xavier.(1992) Modernidad e independencia. Ensayos sobre revoluciones hispánicas. Madrid,. Editorial Mamfre. Citado por GORDILLO. Op.cit, pág. 21

JARAMILLO Uribe, Jaime. (1989) El proceso de la educación en la República (1830 - 1886) EN: Nueva Historia de Colombia. Volumen 2. República, Siglo XIX. Planeta Colombiana Editorial S. A. Bogotá. Págs. 223 a 250

JORDÁN Flòrez, Fernando (2000) Antología del Pensamiento y Programas del Partido Liberal 1820-2000. Partido Liberal Colombiano, Dirección Nacional Liberal. Bogotá.

LIÉVANO Aguirre, Indalecio. (2002) Rafael Núñez- Biografías. Intermedio Editores. Círculo de lectores. Bogotá. 2002.

LOUIS Gilmore, Robert. (1995) El federalismo en Colombia 1810-1858. Tomo 2. Coedición Sociedad Santanderista de Colombia y Universidad Externado de Colombia. Santafé de Bogotá.

MURILLO Toro, Manuel. Obras selectas. Colección Pensadores Políticos Colombianos. Cámara de Representantes. Bogotá. Imprenta Nacional. Compilador y Presentación: Jorge Mario Eastaman. 1979.

NIETO Caballero, Luis Eduardo. (1916) Murillo, escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá.

ORTIZ Vidales, Darío. (2002) José María Melo La razón de un rebelde. Producciones Géminis. Ibagué

PARDO Rueda, Rafael. (2004) La historia de las guerras. Ediciones B Colombia S.A. para el sello Javier Vergara Editor. Bogotá.

[1] NIETO Caballero, Luis Eduardo. (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda y Valencia. Bogotá.
[2] GORDILLO Restrepo, Andrés (2003) "El Mosaico” (1858-1872): nacionalismo, elites y cultura en la segunda mitad del Siglo XIX En: Fronteras de la historia. Revista de historia colonial latinoamericana. Volumen 8/2003. Págs. 18-19

[3] GORDILLO, Op. Cit, Pág. 27

[4] GUERRA, François-Xavier.(1992) Modernidad e independencia. Ensayos sobre revoluciones hispánicas. Madrid,. Editorial Mamfre. Citado por GORDILLO. Op.cit, pág. 21

[5]JARAMILLO Uribe, Jaime. (1989) El proceso de la educación en la República (1830 - 1886) EN: Nueva Historia de Colombia. Volumen 2. República, Siglo XIX. Planeta Colombiana Editorial S. A. Bogotá. Pág. 245

[6] PARDO Rueda, Rafael. (2004) La historia de las guerras. Ediciones B Colombia S.A. para el sello Javier Vergara Editor. Pág. 231

[7] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Págs. 15-16

[8] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Págs. 47 a 49.

[9] PARDO Rueda, Rafael. (2004) La historia de las Gurras. Ediciones B Colombia S.A para el Sello Javier Vergara. Bogotá. Pás 269-270.

[10] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Pág. 69

[11] MURILLO, Citado en BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Pág. 69

[12] ARTEAGA Hernández, Manuel y Jaime Arteaga Carvajal. (1999) Historia Política de Colombia. Editorial Planeta. Santafé de Bogotá. Pág. 239

[13] MURILLO Toro, citado por ARTEAGA Hernández, Manuel y Jaime Arteaga Carvajal. (1999) Historia Política de Colombia. Editorial Planeta. Santafé de Bogotá. Pág 260

[14] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. 9

[15] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. 154

[16] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. Pág. 9

[17] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Págs. 13-14.

[18] ORTIZ Vidales, Darío. (2002) José María Melo La razón de un rebelde. Producciones Géminis. Ibagué. Pág. 87
[19] En diferentes documentos de los que hemos señalado en las notas y en la bibliografía aparecen datos sobre estos sucesos. Por ello no se toma una referencia bibliográfica específica, pues muchos tratadistas dan cuenta de los acontecimientos. En estos párrafos se resumen, pues, muchas de las informaciones identificadas. Especialmente de Arizmendi Posada, Bateman, Ortiz Vidales y Jaramillo.

[20] BATEMAN D. Alfredo. (1.978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia.Bogotá, Págs 48-49

[21] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Pág. 50

[22] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Pág. 55.

[23] LOUIS Gilmore, Robert. (1995) El federalismo en Colombia 1810-1858. Tomo 2. Coedición Sociedad Santanderista de Colombia y Universidad Externado de Colombia. Santafé de Bogotá. Págs. 64 y 65

[24] LOUIS Gilmore, Robert. (1995) El federalismo en Colombia 1810-1858. Tomo 2. Coedición Sociedad Santanderista de Colombia y Universidad Externado de Colombia. Santafé de Bogotá. Págs. 64 y 65
[25] MURILLO a Echeverri, Bogotá, 19 de septiembre de 1856 en "Correspondencia del doctor Murillo Toro," en Revista del Archivo Nacional, IV (enero - febrero, 1942, 86-88. Citado por Louis, Op. Cit, pág. 66

[26] JARAMILLO Uribe, Jaime. (1989) El proceso de la educación en la República (1830 - 1886) EN: Nueva Historia de Colombia. Volumen 2. República, Siglo XIX. Planeta Colombiana Editorial S. A. Bogotá. Pág. 227
[27] MURILLO Toro, citado por LIÉVANO Aguirre, Indalecio. (2002) Rafael Núñez- Biografías. Intermedio Editores. Círculo de lectores. Bogotá. 2002. Pág. 62

[28] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. 6

[29] MURILLO Toro, citado por Bateman D. Alfredo.(1.978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia.Bogotá, Pág 19

Estas advertencias sobre el estilo de escritura de Manuel Murillo Toro se encuentran también en autores como Eastman, Cacua.

[30] MURILLO Toro, Manuel. Citado en EASTAM, Jorge Mario. (1979) Compilación y presentación de MANUEL MURILLO TORO, OBRAS SELECTAS. Colección “Pensadores Políticos Colombianos” Cámara de Representantes. Bogotá, D. E. Págs. 301 a 307.

[31] FUENTES, Milton. (1961) Historia del Partido Liberal Colombiano. Editorial Prag. Bogotá. Pág. 294

[32] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. 155

[33] BATEMAN D. Alfredo. (1.978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia.Bogotá, Págs. 17- 18

[34] CACUA Prada, Antonio. (1968). Historia del Periodismo Colombiano. Bogotá, Sin otros datos. Págs. 126-127
[35] En algunos textos figura “El Constitucional” mientras que en otros nombran “El Constitucionalista”. Bateman trae los dos términos: “El Constitucionalista en la página 18 y “El Constitucional” en la página 54 del libro “Manuel Murillo Toro”, del cual hemos hecho varias referencias.

[36] CACUA Prada, Antonio. (1968) Historia del periodismo colombiano. Bogotá. Sin otros datos. Pág. 145
[37] MURILLO Toro, Manuel, citado por ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) EN: Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá. Pág. 123.

[38] MURILLO Toro, Manuel, citado por ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) EN: Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá. Pág. 122.

[39] ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá. Pág. 123

[40] BATEMAN, Alfredo D. (1978). Manuel Murillo Toro. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. Pág. 21

[41] Libelista: Autor de uno o varios libelos o escritos satíricos e infamatorios. (DRAE)

[42] FUENTES, Milton. (1961) Historia del Partido Liberal Colombiano. Editorial Prag. Bogotá. Pág . 294.

[43] ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá. Pág. 122.

[44] ARIZMENDI Posada, Ignacio. (1989) Presidentes de Colombia 1810 - 1990. Ed. Planeta Colombiana S. A. Bogotá. Pág. 122

[45] MURILLO Toro, Manuel. Correspondencia, referenciada por GOMEZ Barrientos, E. (1915) EN Notas características del Dr. Murillo (Dedicadas a D. Fidel Cano) Medellín, Junio 15 de 1915. Sin otros datos. Pág. .22

Labels: , ,

Manuel Murillo Toro: ¡Educación y libertad!



Por: María del Carmen Moreno Vélez
Ponencia presentada en el Panel sobre
“Vida y Obra de Manuel Murillo Toro”
Universidad de Ibagué, Octubre 19 del 2006

“El Tuso y yo somos casi la misma cosa para el partido,
aunque tengamos sistemas opuestos para resolver las cuestiones.
Él es pronto y guapo, y yo soy flojo por excelencia,
convencido, hasta la médula de los huesos, de la impotencia
de la fuerza para fundar nada que sea del dominio de la ciencia”.[1]
Manuel Murillo Toro
(Citado por Nieto, 1916: 9)

Resumen:
El trabajo recoge los resultados de una búsqueda bibliográfica acerca de la vida de Manuel Murillo Toro, (Chaparral - Tolima: 1816 – Bogotá: 1880) y de sus aportes a la construcción de las libertades a través de la educación. Se establecen algunas relaciones con la libertad de prensa y con la construcción política de la República de Colombia, a través de escritos elaborados por Murillo Toro entre 1839 y 1878, recogidos por distintos tratadistas de la figura del Hombre de las Libertades Políticas. Para realizar este trabajo, acudimos a historiadores que escribieron en el Siglo XX, especializados en el estudio de la historia política de Colombia y a algunos de los materiales escritos por el mismo Murillo Toro y recogidos en diferentes tomos, especialmente a la compilación presentada por Jorge Mario Eastman, bajo el título “Manuel Murillo Toro, Obras Selectas”. Palabras claves: Libertad, educación, expresión, debates. Introducción No cesamos de insistir en la urgencia cultural y nacional de reconocer los valores humanos que pueden orientar nuestro pensamiento y las consecuentes acciones reflexionadas hacia destinos democráticos y libertarios.
Manuel Murillo Toro, como lo hemos expresado en otros escenarios, merece toda nuestra dedicación pues en él reconocemos a la figura colombiana de talante universal y de origen tolimense. En esta ocasión destacamos su compromiso con la educación como condición de la construcción de la democracia y de los ejercicios de la libertad política. La vida política de Manuel Murillo Toro comenzó a partir del reconocimiento que hicieran sus jefes y profesores, los doctores Vicente Azuero, Lino de Pombo y Soto, sobre la calidad de su letra y la solidez de sus argumentos en diferentes situaciones políticas y administrativas en las que le tocó desempeñarse. Fue reconocido y apreciado por el General Francisco de Paula Santander, bajo cuya dirección trabajó por poco tiempo. Desde sus escritos en periódicos como “El latigazo”, “La Bandera Nacional” y “El Correo”, se perfiló, joven aún, como un educador político. Se comprometió, desde los discursos y las acciones con la tolerancia política y religiosa. Por ello uno de los lemas de sus ejercicios en el poder fue: “Estado libre, creencias libres y el culto libre”. Fue crítico acérrimo de la intolerancia religiosa, como queda plasmado en su escrito “La Pastoral del Obispo de Santa Marta contra la tolerancia religiosa” publicado en “La Gaceta Mercantil” Número 55 del Año I, el 25 de octubre de 1848, en la página 1.
Más adelante volveremos sobre este tema.
Los estudiosos de la figura del doctor Murillo Toro, reconocen sus dotes de político poseedor de un espíritu reflexivo siempre cultivado a través de los debates y las disertaciones. Muchos coinciden en señalar en él, al Maestro de la austeridad republicana. Hombre celoso de las libertades públicas, frecuentemente hace referencias al cultivo y respeto de las libertades individuales y, en consecuencia, se constituye en orientador y defensor de la soberanía individual. Convencido de que la humanidad se realizaba en el trabajo, los lenguajes, las reflexiones, proponía alcanzar la paz social a través de los diálogos. No nos detendremos, en esta ocasión, en los aportes de Murillo Toro a la consolidación de la prensa en Colombia, pues es tema de otra ponencia recientemente expuesta en esta misma Universidad de Ibagué. Sin embargo, como educación, opinión pública y libertad son categorías que se interesan unas a otras, es difícil separar la consolidación de la empresa educadora y de la empresa periodística. Y éstas están asociadas a la construcción y conquista de las libertades individuales y colectivas. Debo advertir que la escritura que presento en esta ocasión consulta las normas gramaticales y ortográficas de la actualidad, pues muchos de los textos consultados, particularmente los recogidos por Jorge Mario Eastman en Manuel Murillo Toro, Obras Selectas hicieron esta conversión omitiendo los usos gramaticales y ortográficos del Siglo XIX, cuando Murillo los escribía. Militancia política Siempre se destacó en el campo de la política liberal. Fue considerado “gólgota”, grupo compuesto por quienes confrontaban a los liberales “draconianos”. Los primeros se oponían a la pena de muerte, pues predicaban el respeto por la vida por encima de todo. Los gólgotas, considerados “liberales modernos o avanzados”, eran librecambistas de la época defendían que la reducción de los delincuentes se hiciera por la vía de la re-educación en detención preventiva. Los draconianos, en cambio, impulsaban la idea de la pena capital como forma de garantizar a los ciudadanos la defensa frente a quienes cometían crímenes. Son los defensores, en economía, del proteccionismo a favor de la industria nacional y del comercio exterior.
Perteneció también a los reconocidos “radicales”, los jóvenes liberales de mediados del Siglo XIX, entre quienes se cuentan: Santiago Pérez, Florentino González, los hermanos José María y Miguel Samper, Felipe Pérez y Salvador Camacho Roldan. Ellos elaboraron el ideario de la “Reforma radical” que, entre otros temas se ocupó del problema de la educación gratuita que debería estar bajo la dirección y responsabilidad del Estado y de las familias. Criticaron el ejercicio de la iglesia católica como monopolizadora de los procesos educativos.

Los aportes de Murillo Toro a la industria y a las comunicaciones marcaron derroteros de importante desarrollo para la joven nación colombiana. Fortaleció las vías de comunicación de toda índole que hasta entonces se conocían: carreteras, navegación, ferrovías, mapas, correos y prensa se constituyeron en motivo de sus preocupaciones y objetos de sus intervenciones públicas administrativas.

Sus posturas frente a temas educativos
Para compartir con ustedes, comentaremos algunos de los temas por él tratados y fragmentos de textos de la Obra del Insigne Hombre de las Libertades Políticas. En el segundo número de “La Gaceta Mercantil” escribía sobre su percepción así: “la educación de la juventud se encuentra en un estado deplorable”[2]. Preocupado siempre por estas situaciones, proponía cultivar la libertad de empresa, la de comercio, la de cultos. Advertía que los ciudadanos debemos tomar parte activa en la discusión de todos los asuntos del interés general y que el trabajo productivo debe ligarse al patriotismo. En tal sentido recomendaba que los gobiernos deben instruir a los pueblos en el conocimiento de sus intereses que deberían coincidir con los intereses de la sociedad en general, debería fortificar a los seres humanos en los sentimientos de la solidaridad familiar y comunitaria y estimularlos a la preparación para el trabajo organizado y productivo así como también debe contribuir a crear condiciones para la realización de esa productividad. Indicaba que los gobiernos deberían preocuparse por hacer sus administraciones de manera ilustrada y proba, pues sus dignatarios han de ser modelos, ciudadanos ejemplares para la formación política de los asociados en un Estado. Por ello advertía: “Es un anacronismo grosero querer formar la moral y las costumbres de un pueblo democrático que aspira a ponerse a la altura de la civilización europea bajo institutos educativos cuyo régimen se trazó en los siglos de servilismo y de ignorancia y que pretenden aún encausar la razón humana”[3]. En tal sentido, en toda su obra y en sus gestiones administrativas de los bienes públicos, se expresa su vocación modernizante y democrática.

Murillo Toro fue amigo del presidente norteamericano Abraham Lincoln y conocedor de los planteamientos libertarios de la escritora abolicionista estadounidense, Harriet Beecher Stowe quien en su Obra “La Cabaña del Tio Tom” denunció los atropellos contra los esclavos negros y abanderó las luchas por sus libertades. Con estos norteamericanos compartió los interese políticos por la liberación de los esclavos en América y, particularmente en Colombia, comprometido con las reformas anticoloniales, participó en la lucha abolicionista de la esclavitud y la supresión del cadalso o de la pena capital.

En consecuencia con sus convicciones frente a las necesidades educativas y a las libertades políticas, fue partícipe del grupo que impulsó el Proyecto de la reforma educativa de la fracción del radicalismo liberal que logra su concreción en la Constitución Federal de Rionegro en 1863. Esta reforma adquiere un especial significado en la historia de la educación pública en Colombia, pues declara que el Estado tiene obligación de ofrecer educación pública y gratuita a los pobladores, según el Decreto Orgánico del 10 de noviembre de 1870. Esas reformas generaron grupos de opinión francamente opuestos entre los que se destacaron “los instruccionistas” y “los ignorantistas”.
Los instruccionistas, calificados como masones, fueron partidarios de la educación laica, de proclamar la tolerancia religiosa y, sobre todo, propugnaron por la separación entre el Estado y la Iglesia en relación con los asuntos públicos; ellos son los responsables de la convocatoria a la Misión Alemana que trajo propuestas relacionadas con las necesidades educativas y las posibilidades metodológicas de generar procesos de formación de maestros y de ciudadanos capaces de aportar, a partir de los asuntos educativos, importantes reflexiones necesarias en la construcción de la Nación. Por ejemplo, proponían divulgar el conocimiento partiendo de ejercicios supervisados de enseñanza mediante los cuales, los estudiantes pudieran reproducir con los matriculados más jóvenes. La educación propuesta por los radicales favorecía la autoestima, particularmente construida a partir del reconocimiento del valor del trabajo, de la representación social que a través del mismo, pudieran tener los ciudadanos y, también destacaba el desarrollo a partir del uso de la palabra escrita.

Los “ignorantistas”, procedentes de la Iglesia Católica, se oponían a los planteamientos de los instruccionistas, defendían los sistemas políticos de las colonias que promovían la obediencia ciega y el reconocimiento de que toda autoridad viene de Dios y es delegada a los hombres por voluntad divina. Estos ignorantistas eran dirigidos por Miguel Antonio Caro, desde el periódico “El Tradicionalista”, eran enemigos de la reforma, por considerar que la gratuidad y la obligatoriedad de la educación elemental se constituían en intromisiones del Estado en las decisiones de los individuos.

Murillo Toro siempre estuvo convencido de que la enseñanza ilustrada que consultara los progresos de la humanidad y que promoviera la libertad de industria, asociada ese tipo de enseñanza a la instrucción pública obligatoria y gratuita, se constituirían en palancas capaces de impulsar desde la libertad individual al progreso de la Nación.

Oscar Torres, profesor de la Universidad Libre de Colombia (Barranquilla), al escribir sobre “La actividad periodística de Manuel Murillo Toro en la Gaceta Mercantil de Santa Martha”, señala: “La reflexión y el análisis los centra en tres aspectos claves: 1. El estado de desarrollo material, moral y educativo del país. 2. La inmigración de extranjeros y la distribución de la población y 3. Los capitales y el crédito.[4]

Son muchos los temas políticos y económicos tratados por Murillo Toro desde su relación con la educación. Por ejemplo, se preocupa por los hombres en sus relaciones con las épocas. Así, el 13 de septiembre de 1848, al defender la candidatura de José Hilario López, advertía:

“Un hombre de luces es, pues, una necesidad de la época para el ejercicio del poder supremo; un hombre mediano o una de esas ilustraciones gastadas, sería una calamidad para el país. Hay épocas en la vida de las naciones que exigen capacidades especiales para la dirección de los negocios, y nosotros nos hallamos en una de esas épocas”... “Se notará que hay épocas y circunstancias que piden cualidades especiales en los hombres que han de denominar esas épocas y circunstancias: para cada situación es necesario buscar el hombre apropiado; las dotes que mejor puedan servir para los acontecimientos en los cuales ha de figurar el hombre.”[5]


Permanentemente manifestó su compromiso con la necesidad de crear, proteger, cultivar diferentes corrientes de opinión pública ilustrada. Cuando presentó su “Informe del Secretario de Hacienda -1851” señaló: “Los hombres que sirven a las democracias tienen la necesidad de cultivar con frecuencia la opinión pública para seguir adelante; deben volver constantemente la vista para ver si los sigue la confianza de sus compatriotas y si cuentan con la fuerza moral indispensable para hacer fructuosos sus trabajos”.

Partidario del libre examen de todos los asuntos públicos advertía que “no es lo mismo gobernar que subyugar por medio de la intriga”[6], posición en la que se advierte coincidencia con los planteamientos de Juan Jacobo Rousseau cuando, en “El contrato social” señala que “Siempre habrá una diferencia no pequeña entre sujetar una muchedumbre y gobernar una sociedad”[7]. Para poder gobernar sin subyugar, es preciso que el gobierno se realice sobre una sociedad que, por su ilustración, por su capacidad de decisión frente a los asuntos políticos, puede ejercer la capacidad del sufragio, puede disfrutar de la libertad de información y de expresión, puede entender los ejercicios de la libertad política asociados a la crítica, al libre examen de los asuntos, al debate informado e ilustrado sobre las cuestiones que le competen.

En sus escritos recordaba reiteradamente que “no se puede dejar pasar nada inadvertido” (23-08-1848: La Protesta de Flores; 25-10-1848: “La Pastoral del Obispo de Santa Martha contra la tolerancia religiosa”; 5-11-1852: “A mis compatriotas”; 21-3.1867: “Denuncia de un atentado ante la Cámara”). Por ello, cuando tenía cada ocasión, escribía analizando diferentes hechos del acontecer político, incluso admitiendo las críticas en su contra, como sucedió cuando siendo Presidente de la República, leyó en “El Independiente” severas críticas de parte del editorialista contra sus actos de gobierno y, de inmediato compró la suscripción al periódico mientras escribía una carta al director del medio animándolo a mantener la actitud crítica frente a la gestión y la conducta y la de todo funcionario público. Manuel Murillo Toro pensaba que sin prensa capaz de hacer críticas al gobierno no se podría hacer gestión administrativa adecuada y, afirmaba en aquella ocasión que los periódicos que mejor le sirven al gobernante son aquellos que examinan cada gestión y publican sus críticas sin miramientos. Reconocía el papel de la oposición al gobierno, - institución de origen anglosajón -, como elemento que se requiere para la construcción de la República Democrática, pues asumía que esta oposición era realmente la que podía poner límites a los posibles abusos ejercicios de poder, por parte de los gobernantes. Por tanto también reconocía la urgencia de que a las mayorías les llegara la información necesaria, como derecho de los ciudadanos para poder ejercer, si es de su interés, los procesos de control del Estado.

Por esto también orientaba que “Los hombres que le sirven a la democracia tienen necesidad de consultar con frecuencia la opinión pública para seguir adelante; deben volver con frecuencia la vista para ver si los sigue la confianza de los compatriotas y si cuentan con la fuerza moral indispensable para hacer fructuosos sus trabajos[8]. Denunciaba que “los gobiernos que han existido, no han podido hacer la dicha de los pueblos sino encadenarlos y someterlos a la violencia y al capricho, porque el Poder Ejecutivo ha sido el único poder social; la soberanía popular se ha desconocido del todo, o se le ha sostenido solo por engañar al pueblo. Cuando propone la reflexión sobre el modelo federalista norteamericano, advierte que: “Tan censurable sería copiar por servilidad (sic) o empirismo, como lanzarnos en el campo ilimitado de las teorías en pos de nuevas soluciones para un problema ya resuelto: la presunción pudiera ser en este caso tan funesta como la ignorancia.”[9]
Las lecturas que se pueden hacer de los escritos de Murillo, son de vigencia sorprendente. Él, desde el siglo XIX, nos muestra los peligros del sometimiento silencioso ante los poderes imperiales que sean producto de la ignorancia. Desde entonces indica lo censurable que es el servilismo por ignorancia. También reitera constantemente los deberes de los ciudadanos de estudiar las situaciones para comprender los destinos de las repúblicas.

La tolerancia religiosa: Fue defensor de la idea de que en el Estado no debía proclamarse una religión oficial y, en consecuencia, el Estado no debería inmiscuirse en las creencias y cultos de los ciudadanos, mientras ellas no amenazaran el orden y la paz. En este sentido defendía la tesis de que los ciudadanos podrían contraer vínculos matrimoniales y disolverlos teniendo libertad para hacerlo de acuerdo con sus creencias.

En 1848 escribió un texto publicado en “La Gaceta Mercantil”, bajo el título “La Protesta de Flores” en el que analiza la comunicación “Protesta” escrita por el General Flores. Entre los análisis a la reclamación de Flores y sus afirmaciones acerca de la justificada expulsión que recaía sobre tal General, encontramos también expresiones relacionadas con las libertades como las que siguen: “... por la necesidad de fundar la libertad sobre la base del orden y de la moral, sin la cual no puede haber adelantamiento ni dicha;...” Más adelante señala: “ahora que el fanatismo religioso parece centrarse hacia las provincias del Sur creando desafectos al sistema democrático.”[10]

Uno de los documentos en donde más claramente se registra su posición frente a la tolerancia religiosa es el escrito en el que analiza “La Pastoral del Obispo de Santa Marta contra la tolerancia religiosa”. Parte, para tal análisis, del texto de A. Browspm, relacionado con el Discurso religioso sobre las necesidades de la época” y Murillo escribe:
“El virtuoso `Prelado de la Iglesia ha tenido la deplorable inspiración de dar a luz una pastoral que ha dirigido a los párrocos y fieles, combatiendo la doctrina y la práctica de la tolerancia religiosa, y es nuestro deber no dejar pasar en silencio un documento que por la responsabilidad de la persona de que emana merece bien ser comentado...
Es extemporánea la publicación por cuanto existen ya leyes que han consagrado de un modo solemne el fecundo principio de la tolerancia religiosa; y cuando ya ellas se han mandado a cumplir y obligan a todos los miembros de la comunidad granadina, inclusive a los Obispos, hay sobra de irregularidad en que un Prelado levante su voz para minar la obediencia debida a la ley, presentándola a sus fieles como obra de los enemigos de la Iglesia Católica, como contraria a sus creencias y funesta para su culto. Mientras la cuestión de la tolerancia religiosa no había salido de la esfera de la especulación, permitido era sostener la tesis que se quisiera; mas después que la ley ha hablado, después que el legislador se ha pronunciado y la teoría de la tolerancia ha venido a ser un ordenamiento explícito y solemne ya no es dado a los funcionarios o autoridades del País, sea cual fuere su rango o condición, contestar la conveniencia y oportunidad. Su deber entonces es prestar apoyo a la ley y facilitar su cumplimiento, y tanto más perentorio en los prelados eclesiásticos cuanto que puede considerárseles como dispensadores de la sanción religiosa, el más poderoso elemento de obediencia en un pueblo católico como el nuestro”[11].

Advertía, en el mismo texto, sobre la necesidad de garantizar a los ciudadanos extranjeros que vengan a nuestro País, que puedan ejercer el culto público de la religión que profesan... y asegurarles los derechos más preciosos al hombre, cuales son su libertad de pensamiento y de culto... Advertía que:

“no hay que temer absolutamente a que tales amonestaciones (las del Prelado en contra de la tolerancia religiosa) produzcan efecto alguno si no es en algunas pobres mujeres supersticiosas; mas el precedente, el hecho de que un Obispo ponga su voz en pugna con la de la ley, en un país amenazado constantemente de resistencias supersticiosas, no puede pasar sin la correspondiente protesta... La cuestión de la libertad religiosa es una cuestión fallada ya definitivamente delante del tribunal de la razón, de la filosofía y de la religión misma.; porque la emancipación del pensamiento es una de las más preciosas conquistas de la democracia.”[12]

La argumentación con la que Murillo Toro sustentaba la libertad de cultos es sólida y variada. Va desde el respeto por las libertades individuales, el reconocimiento a la pluralidad y a la diversidad cultural hasta el reconocimiento de las épocas en las que habitan los hombres, de algunas promesas de las mismas religiones y de las historias de los grupos culturales. Anota que pretender unificar a los hombres en el culto religioso “es retrotraer el mundo a épocas de ingrato recuerdo, es desconfiar de la promesa de Dios mismo que dijo que las puertas del infierno no prevalecerían contra las del cielo”. Otra vez recalca la importancia de la libre discusión... “pues sin la libertad de pensar y de decidir sobre los principios de las creencias individuales, no habrá posibilidad de depurar la religión y el pensamiento no podría elevarse con fe a la contemplación fervorosa del Creador”[13]. Una de las preguntas que hace Murillo Toro al Prelado y la respuesta que le propone en el mismo texto, es altamente representativa de sus posturas frente a las libertades y al papel del ejemplo personal como formador del carácter de los educandos:
“¿Sabéis, Señor Obispo, por qué muchas personas no concurren a los templos a oír la palabra divina, asistir a las ceremonias del culto, y a esas procesiones un tanto grotescas con que todavía quiere identificarse la creencia? Es porque de ordinario ni la conducta del sacerdotes inspira veneración, ni su voz instruye ni consuela y porque esa manera de rendir culto a Dios desarmoniza evidentemente con el estado de la razón pública. Poned el clero y las prácticas de la Iglesia al nivel de las necesidades y tendencias de la época, y no temáis por el cristianismo raíz de la democracia, que conformándose en su doctrina con las leyes de la más elevada razón, debe necesariamente florecer con los progresos de las ciencias y con la perfección de las facultades más capaces de comprenderla, consecuencia precisa de la libre investigación y de la competencia que estable la libertad de cultos”[14]

Hace alusión a los derechos individuales y, particularmente a la libertad de cultos en 1855, cuando al analizar sobre el derecho al Sufragio Universal planteaba que al proclamar la República como ley o como régimen en el que aspiramos a vivir los ciudadanos, proclamamos también el principio de la libertad y de la autocracia individual. En esto también coincide con los planteamientos de J. J. Rousseau, en relación con las responsabilidades políticas y las renuncias instintivas que debe asumir cada ciudadano y con el respeto que las instituciones han de garantizar por los derechos individuales. Por ello proclamaba el derecho de cada persona a ser regulador exclusivo de sus acciones, su propio legislador, su soberano. Confiando en que el Estado, la familia y la sociedad serían garantes de la formación responsable de los individuos, proponía que el mejor juez de los intereses es el mismo individuo. Por ello, advertía, debemos comenzar por estatuir lo que constituye esa democracia individual, es decir, los derechos del individuo o sea el uso de las facultades inmanentes y consiguientes a las necesidades que el Creador le impuso; estos son los derechos y las libertades, de industria de pensamiento, de comunicación, de locomoción, de creencia y de culto, de enseñanza y de asociación, etc., los cuales deben ser del dominio exclusivo y absoluto del individuo como ser moral, libre e independiente. Advertía que dado que el hombre no vive solo y aislado, debe entender y asumir que los intereses pueden ser comunes a muchos individuos.[15]

Es de anotar que, cuando siendo presidente de la República, asumió las responsabilidades que se derivan de la repatriación de los Jesuitas expulsados, lo hizo con tal dignidad y respeto por los sacerdotes que ellos, en repetidas ocasiones le escribieron notas de agradecimiento que también expresaban en público. Esto nos demuestra el carácter abierto, liberal, respetuoso del Mandatario.

El 13 de septiembre de 1848, cuando defendía la candidatura del General José Hilario López, denunciaba que “El General Mosquera que había parecido por un momento dispuesto a obrar con la mayoría nacional, no sufrió la prueba de la contradicción y de la época eleccionaria y desde los primeros días del Congreso de este año hizo concebir serios temores a los hombres que son bastante ilustrados para comprender que las faltas de los gobernantes son las que hacen las revoluciones. Su conducta de marzo acá; su abierta injerencia en las elecciones; la parcialidad de sus nombramientos, su poco respeto hacia el Congreso, y sus intentos contra la prensa, su profundo desprecio por la opinión pública, (negrilla nuestra)... han puesto al país en un estado de zozobra y de inquietud...”[16]

Conclusiones: Es importante reconocer la historia para comprender nuestro pasado, construir nuestro presente y diseñar nuestro futuro. La Historia de nuestra región muestra importantes personajes y grandiosos aportes a la consolidación de las libertades en nuestra República y a la consolidación de valores artísticos y empresariales. Los reconocimientos a la Obra y a la Figura de Manuel Murillo Toro nunca han de ser suficientes dada la importancia de sus realizaciones para la formación de los ciudadanos. Siempre valoró las realizaciones humanísticas por encima de las apropiaciones individuales de los bienes, pues concebía el bienestar como fruto de las armoniosas relaciones entre los ciudadanos.
Manuel Murillo Toro no le confió al uso de la fuerza los logros de las razones. Por eso señalaba que estaba “convencido hasta la médula de los huesos de la impotencia de la fuerza para fundar nada que sea del dominio de la ciencia”

Bibliografía y Cibergrafía

FUENTES, Milton. (1961) Historia del Partido Liberal Colombiano. Editorial Praga. Bogotá

MURILLO TORO, MANUEL. Obras Selectas. Compilación y Presentación de Jorge Mario Eastman. Colección Pensadores Políticos Colombianos. Bogotá D. E., Cámara de Representantes, 1979.

NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá.

TORRES López, Oscar. “La actividad periodística de Manuel Murillo Toro en la Gaceta Mercantil de Santa Martha”. Universidad Libre de Colombia, Seccional Barranquilla. Grupo de Investigación Ciudad, Educación y Cultura. EN: http://www.unisimonbolivar.edu.co/revistas/aplicaciones/doc/217.pdf. Consultado el 13 de octubre de 2006
[1] NIETO Caballero, Luis Eduardo (1916) Murillo, Escritor. Casa Editorial de Arboleda & Valencia. Bogotá. Pág. 9

[2] MURILLO Toro, Manuel. La Gaceta Mercantil. No. 2. Santa Martha. 2 de octubre de 1847.

[3] MURILLO Toro, Manuel citado por TORRES López, Oscar. “La actividad periodística de Manuel Murillo Toro en la Gaceta Mercantil de Santa Martha. Universidad Libre de Colombia, Seccional Barranquilla. Grupo de Investigación Ciudad, Educación y Cultura. EN: http://www.unisimonbolivar.edu.co/revistas/aplicaciones/doc/217.pdf. Consultado el 13 de octubre de 2006
[4] IBID.

[5] MURILLO Toro, Manuel. “Nuestras opiniones sobre el Candidato a la Presidencia. Qué debe entenderse por capacidad. Quien puede decidir que la tiene o no” EN: Obras selectas. Compilación y Presentación de Jorge Mario Eastman. Colección Pensadores Políticos Colombianos. Cámara de Representantes. Bogotá D.E. Imprenta Nacional. 1979. Págs. 45-46
[6] MURILLO Toro, Manuel (1848) “Nuestras opiniones sobre el candidato a la Presidencia. Qué debe entenderse por capacidad. Quién puede decidir que la tiene o no” EN: Obras Selectas, antes citadas. Pág. 48.

[7] ROUSSEAU, Juan Jacobo. (1761) El contrato social. Editorial Cometa de papel. 1996. Pág. 14

[8] MURILLO Toro, Manuel (1851). “Informe del Secretario de Hacienda”. En: Obras Selectas. Pág. 192

[9] MURILLO Toro. (1848). “La Reforma Constitucional” EN: Obras Selectas, Pág. 57
[10] MURILLO, (1948) “La Protesta de Flores” En: Obras Selectas. Págs. 41 y 42
[11] MURILLO, (1848). “La Pastoral del Obispo de Santa Marta contra la tolerancia religiosa” publicado en “La Gaceta Mercantil” Año I No. 55, Santa Marta, Octubre 25 de 1848, Pág.1, EN Obras Selectas, Págs.51 - 52

[12] IBID. Pág. 53

[13] IBID. Pág. 53

[14] IBID, Pág. 54

[15] MURILLO, (1855) “El Sufragio Universal” Op. cit. Pág. 90

[16] MURILLO (1848) “Nuestras opiniones... Op. cit. Pág 45

Labels: